martes, 7 de enero de 2020

Homeless

Podría ahora mismo

abrir esa puerta

que no logrará que

salga este aire

que abruma,

tampoco podrán

las ventanas

ni las rejillas de la ventilación

porque el oxígeno

se ha declarado en huelga

y duerme en algún rincón

verde que pude hacer crecer.



Podría hacer eso,

bajar un piso de escaleras

hasta la vereda y caminar

para encontrar una esquina

cualquiera

y ser una más

de los que duermen bajo

el techo de la casa de otros

tirados sobre las baldosas

rodeados de su basura

cositas de comer

medio podridas

una botella de agua

que algún vecino

muchas muchas mantas

revueltas, coloridas, rotas,

mugrosas, pestilentes casi

Y pasará el tiempo

y yo no volveré

a la puerta,

a la ventana,

al oxígeno que no

a la escalera

que lleva a

ese pasillo oscuro

helado o sofocante

hasta estrangular

la respiración.

Dependerá de

de la temporada

verano, invierno,

pero sufrir, eso siempre

no importa el día

ni la hora

ni la ropa

ni si llueve o sol.



Así es donde vivo.

Por eso

ahora mismo

dejo estas palabras

y me voy

y seré no un número

más porque para mí

ni las estadísticas.

Homeless, ausencia

un hogar que no,

para qué cuatro paredes

un montón de muebles

sin sentido

papeles y recuerdos

fantasmas de mis muertos

y un ser

que de frío, enojo,

indiferencia,

humillación, fastidio,

abominación de no querer

me expulsa cada día

me muestra este camino

para que yo

Y seguía aquí

y aquí yo sigo

Pero hoy ya no.

Hoy el destino

ha caído sobre la

última

esperanza

de hornero constructor.