Podría ahora mismo
abrir esa puerta
que no logrará que
salga este aire
que abruma,
tampoco podrán
las ventanas
ni las rejillas de la ventilación
porque el oxígeno
se ha declarado en huelga
y duerme en algún rincón
verde que pude hacer crecer.
Podría hacer eso,
bajar un piso de escaleras
hasta la vereda y caminar
para encontrar una esquina
cualquiera
y ser una más
de los que duermen bajo
el techo de la casa de otros
tirados sobre las baldosas
rodeados de su basura
cositas de comer
medio podridas
una botella de agua
que algún vecino
muchas muchas mantas
revueltas, coloridas, rotas,
mugrosas, pestilentes casi
Y pasará el tiempo
y yo no volveré
a la puerta,
a la ventana,
al oxígeno que no
a la escalera
que lleva a
ese pasillo oscuro
helado o sofocante
hasta estrangular
la respiración.
Dependerá de
de la temporada
verano, invierno,
pero sufrir, eso siempre
no importa el día
ni la hora
ni la ropa
ni si llueve o sol.
Así es donde vivo.
Por eso
ahora mismo
dejo estas palabras
y me voy
y seré no un número
más porque para mí
ni las estadísticas.
Homeless, ausencia
un hogar que no,
para qué cuatro paredes
un montón de muebles
sin sentido
papeles y recuerdos
fantasmas de mis muertos
y un ser
que de frío, enojo,
indiferencia,
humillación, fastidio,
abominación de no querer
me expulsa cada día
me muestra este camino
para que yo
Y seguía aquí
y aquí yo sigo
Pero hoy ya no.
Hoy el destino
ha caído sobre la
última
esperanza
de hornero constructor.